La identidad no existe, y no hay nada maás falso que una fotografía para recuperarla. La realidad solo se deja atrapar a través de los espejismos fotográficos y el documento, empastando aún más la comprensión y la transmisión. Estamos intoxicados de imágenes que no nos reportan nada, ni nos afectan internamente, que no se comprenden ni se asocian entre sí.

Mi trabajo fotográfico emplea los clásicos de la moda como referencia para crear una estética asfixiante, en la que las imágenes de los raptos de Al Qaeda en Mesopotamia y la pintura barroca española se mezclan. Apropiación, falsificación y simulación del terror para representar la soledad y la retorcida complejidad de la existencia. El retrato fotográfico como única herramienta psicológica con la que investigar.